[LIVE REVIEW] RATA BLANCA EN CHILE: LAS DOS CARAS DE LA MONEDA
Por: Pablo Cerda/José Cuadro
El último Miércoles 18 de Noviembre, Rata Blanca dio el punta pie inicial a la gira de presentación de su último disco “Tormenta Eléctrica” que, además de la fecha en Santiago, los llevará a recorrer Valparaíso, Concepción y Antofagasta. El Teatro Caupolicán fue el recinto escogido para que los trasandinos desplegaran todo su poderío en la capital y la elección no pudo ser más acertada. Como dijo Adrian Barilari, “es como la segunda casa de la banda”.
Los encargados de abrir la jornada fueron los locales Alto Voltaje y Iron Spell, quienes amenizaron la llegada de los asistentes al teatro de calle San Diego, pasadas las 19:00 horas de la tarde. Ambas bandas desplegaron su poderío con un sonido impecable y totalmente a la altura de la ocasión, lo que ya auguraba una velada cargada de potencia. Contrario a lo esperado, el número de asistentes que habitaba en cancha cuando los teloneros finalizaron de tocar, no alcanzaba a llenar el 50 % de la cancha.
A las 20:45, las luces del Teatro se apagaron para dar paso al inicio del show. Fernando Scarcella y Danilo Moschen fueron los primeros en aparecer en escena y ocuparon rápidamente sus puestos en la batería y los teclados respectivamente, seguidos por Walter Giardino en la guitarra, Guillermo Sánchez en el bajo y Adrián Barilari en la voz, lo que causó el estruendo del público. Los fuegos de la noche se encendieron con “Tormenta Eléctrica”, la primera canción de su nuevo disco, un inicio perfecto con un gancho muy rockero que dejó los ánimos prendidísimos de una noche llena de metal.
“Los Chicos Solo Quieren Rock” no hizo más que continuar la vibra energética del concierto, ya que la canción sonaba increíblemente potente y su pegajoso coro la hace perfecta para cantarla a viva voz. La épica “Solo Para Amarte” fue el primer clásico del grupo que se escuchó esta noche, lo que causó el delirio inmediato de la audiencia, que no paró de cantar en ningún momento. La voz de Barilari complementada con la guitarra de Giardino y el juego de luces formaron una combinación aplastante que le dio una espectacularidad única al show mientras pasaban los cortes de su disco nuevo como la potente “Circulo de Fuego”, en donde el escenario se tiño de rojo. En una vereda totalmente distinta, “Tan Lejos de Aquel Sueño”, vino a calmar un poco el ambiente, pero no por eso el concierto se bajo su nivel de intensidad. Es una power balada de mucha entrega y el tono azulado del escenario logró una atmósfera muy emotiva.
El concierto logró un buen equilibrio entre los clásicos de la banda y los cortes de la última entrega que la audiencia parecía conocer a cabalidad. Cortes como “Volviendo A Casa”, uno de los puntos altos de la jornada por el caudal de sensaciones que siempre causa en el público, se mezclaron muy bien con otros clásicos como “La Otra Cara de la Moneda”, “Talismán” o la más nueva “El Jugador”. Es importante que si bien el público parecía conocer tanto las canciones nuevas como las antiguas, siempre hubo un constante tira y afloja con un público que parecía muy exaltado a ratos y muy distante a otros.
Tras una interpretación magistral de la imbatible “El Sueño De La Gitana”, Barilari se dirigió al público, agradeció por la gran noche que estaban pasando y recalcó su agrado por visitar el país. “Chile está cada vez más lindo…y de sus mujeres ni hablar”, agregó. La nueva “Rock N Roll Hotel” dio paso a “Aún estás en mis sueños”, canción que hizo estallar de emoción a todos los presentes en el Caupolicán, tanto la gente de galería como la de cancha la corearon intensamente.
El solo de guitarra y de teclado nos adentró en la recta final de la primera parte del show, extracto en que todas las cámaras de celulares centraron sus focos en Giardio, cuyo halo morado lo mantenía como el protagonista de este espacio. La calidad interpretativa del mencionado Giardino y de Mosche en los teclados dejó con la boca abierta a los asistentes. La dupla “Chico Callejero” y “La Llave de la Puerta Secreta” fueron las encargadas de cerrar por todo lo alto esta primera fase del concierto. El tinte más hard rockero de la primera y el sabor extremadamente power metal de la segunda produjeron una combinación perfecta y vibrante, ideal para allanar el camino, porque lo mejor aún estaba por venir.
Luego de unos breves minutos de receso, la introducción de “Las Voces del Mar” dio paso a “El Reino Olvidado”, lo que abrió la puerta a la parte de la fiesta en que las gargantas no iban a tener respiro. “Días Duros” y la monstruosa “El Guerrero del Arcoíris” motivaron a que todos los asistentes se unieran en una sola voz, lo que desató una fiesta cargada de metal en la calle San Diego. Este fue el momento en que el público se sintió más cómodo y por fin se unió al ritmo de la banda, que lo estaba dejando todo en el escenario.
“Abrazando el Rock N Roll” se posicionó en las gargantas de los fervientes fanáticos que no pararon de cantar y saltar, y no es para menos, porque canciones como esa nos recuerdan porque vibramos tanto con Rock y nos hacen sentir unidos en una sola voz.
La noche se coronó con la incombustible “Mujer Amante”, balada que a pesar de su incansable rotación en todo tipo de radios y karaokes, no pierde fuerza en vivo cuando es interpretada por la misma banda.
Barilari agradeció al público y las luces se prendieron por un momento en que pensamos que ya todo había acabado, pero Scarcella irrumpe con la intro de batería que arranca “La Leyenda del Hada y el Mago”, a estas alturas la marca distintiva de la banda y un coloso del metal a nivel Latinoamericano, que con su estruendoso sonido no hizo otra cosa que elevar los ánimos hasta niveles siderales.
Con el infaltable desarme de la guitarra en el escenario, se cierra la presentación de más dos horas de los trasandinos, pero esta deja una sensación un tanto amarga porque una banda de esta envergadura merece un recinto lleno hasta el tope como pasó en otros shows memorables que han realizado en nuestro país. Este hecho no mermó el desplante de Rata Blanca, pero tampoco logró completar el círculo perfecto que se produce cuando una banda y su público se conectan durante toda la jornada, ya que en esta oportunidad solo fueron destellos por parte del público que iban desde la euforia máxima al principio de la canción hasta la pasividad tenue a la mitad de la interpretación, lo que provocó un comportamiento irregular por parte del público. Así vivimos las dos caras de la moneda: por una parte una agrupación con vitalidad y desplante y por otra, un público intermitente. En lo estrictamente musical, la banda se mostró impecable, llena de energía y nos demostró porque son una de esas agrupaciones que llevan al hombro con orgullo la bandera del Heavy Metal en el cono sur.
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